*Agradecimientos a Éride por el ejemplar.
En el apacible reino de Teiá, las brujas son perseguidas por el rey Nández habiéndolas acusado de traición contra la corona. Son apresadas en su fortaleza, pero una joven bruja ronda todavía libre, la pequeña Nara de Teiá, que mientras es perseguida por medio mundo se lanza en la búsqueda de la esfera de cristal, un objeto legendario custodiado por una divinidad que, de conseguirla, podría liberar a su familia cautiva.
Sin embargo, las estrellas le deparan una sorpresa mucho mayor.
Comencé este libro con un pelín de miedo, no sé realmente
por qué, quizá por ser un autor desconocido para mí. Pero esos prejuicios son
estúpidos, así que tras escuchar varias buenas opiniones me lancé a su lectura
esperando una historia de aventuras y fantasía… Que haberla, hayla, pero… me ha
faltado algo. Algo que haga que de verdad me enganche y la historia me guste. Y es que, por más que pasaba las páginas
buscando ese momento mágico en el que te das cuenta de que no puedes parar, no
lo encontré.
La joven bruja de las esferas relata la aventura de una
bruja de ocho años llamada Nara que va en busca de las esferas de poder de los
espíritus para poder salvar a su madre y a su hermana, prisioneras del rey
Nández, al igual que todas las brujas de Teiá.
Al principio la historia es contada por una joven que no
llegamos a saber cómo se llama, ni quién es, ni nada, solo sabemos que compra
un libro escrito por una muchacha, llamado La joven bruja de las esferas. A
partir del momento en el que empieza a leer, la historia está contada en
tercera persona.
La trama está bien, la idea es original, podría ser buena si
estuviese mejor desarrollada. Me he cruzado con ciertas cosas durante la
lectura que me han sacado del mundo de Nara para llevarme a las páginas de
algún clásico, con expresiones tales como “empero”, “sentíase”, que no me han
cuadrado en esta lectura con comentarios tipo “¡Ay mi madre!” La pluma de David me ha llegado a gustar, realmente, en un par
de ocasiones. ¿Por qué? Porque odio la repetición de palabras, odio la poca
imaginación a la hora de poner nombres a los personajes. Os pongo un ejemplo de
esto último que menciono, el espíritu del desierto se llama Are Nank, la
protagonista, Nara, su madre y su hermana, Nora y Nerea, su padre Nataniel, la
estrella Cora, otra bruja Cova… Y puedo seguir. Esas cosas me descuadran y me
sacan de sopetón de la lectura, y es algo que me pone de los nervios.
Aparte de esto, hay
momentos en los que la historia se vuelve tan surrealista que cuesta imaginarse
lo que nos cuenta el autor, momentos del tipo: estoy perdida en el mar, tengo
que ir al polo. Oh, un barco. Va de expedición al polo. ¿Coincidencia? No lo
creo.
El caso es que esta novela, podría ser, pero no es. A pesar
de tener una idea que podría ser buena, y que en esencia sí que me ha gustado,
creo que el autor no ha sabido enfocarlo bien del todo y el tema fantástico se
escapa un poco de sus manos.
Si algo bueno he de decir es que aun así, la novela es de
lectura ágil, cuenta con 236 páginas, y creo que mucho de lo que comento puede
deberse a que va dirigida a un público un poco más infantil. No lo sé. Quizá.
En definitiva, La joven bruja de las esferas es una novela
con la que, por desgracia, no he llegado a conectar. Cargada de fantasía, sí,
pero que en algún momento sobrepasa lo “real” para pasar a ser surrealista.